- 15 febrero, 2022
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En épocas de frío intenso y continuado, como es el invierno, nuestro cuerpo se expone a bajas temperaturas que, a pesar de poder combatirlo abrigándonos muy bien por fuera, es necesario protegerlo también por dentro. Y es que, además de tener que convivir con el frío, aunque nos pese, puede tener efectos negativos en nuestro organismo a largo plazo si no nos protegemos de él.
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A pesar de que no a todo el mundo le afecta de la misma manera, haciendo especialmente vulnerables a las personas mayores, los efectos pueden ser varios:
– Dolor corporal localizado o general. Si padeces de artrosis, artritis, tienes alguna lesión o te han operado recientemente, seguro que sabes de lo que hablamos. Es normal tener más sensibilidad al frío con estas dolencias ya que las articulaciones tardan mucho más en calentarse y, por consiguiente, en ponerse a funcionar de manera correcta.
– Aumento de enfermedades debido a la bajada de defensas. Según un estudio publicado en la revista PNAS, está demostrado que el frío debilita el sistema inmunológico favoreciendo la aparición de enfermedades como los resfriados.
– Aumento de la posibilidad de infarto o angina de pecho. Esto es debido al esfuerzo que hace nuestro corazón para mantener el calor corporal contrayendo los vasos sanguíneos. En personas de edad avanzada o que padecen otras enfermedades este riesgo es mayor.
Dolores de cabeza marcados por episodios de cefalea y migrañas, problemas de visión debido al frío y a la nieve, depresión estacional… Todas estas dolencias pueden agravarse por las bajas temperaturas y a todo lo que una estación como el invierno o el otoño conllevan.
Los mecanismos de actuación para mantener nuestro cuerpo caliente son variados, y de esto el hipotálamo tiene mucho que decir. Este es el encargado de mantener el suministro de sangre en las extremidades. Y aunque el corazón tenga que trabajar más, nuestro cuerpo es capaz de hacer un sobreesfuerzo para mantener una temperatura interior óptima. ¡Siempre y cuando no hablemos de hipotermia!
Y es que el frío es un potente antiinflamatorio, así lo ha podido probar Denis Blondin, doctor del área de fisiología térmica de la Universidad de Ottawa (Canadá). Para aquellas personas que sufren de problemas circulatorios que derivan en piernas hinchadas y cansadas, el frío puede llegar a ser un aliado. Además, al necesitar más energía nuestro cuerpo para mantenernos calientes, nuestro cuerpo consume más calorías.
– No se trata tanto de ponerte el armario encima, si no de escoger bien las prendas. De calidad, cómodas y, si en tu día a día te encuentras con muchos cambios de temperatura, puedes optar por el ‘momento cebolla’. Poner o quitar capas según necesites.
– Usar calzado, guantes y gorros adecuados. Por donde primero se pierde el calor es por cabeza, manos y piel, protégelos adecuadamente.
– Regular la temperatura en casa. Con el fin de evitar los temidos contrastes de temperatura, recuerda no tener la calefacción a más de 21º, esta suele ser la temperatura ideal.
– Evita, en días muy fríos o de mucha lluvia, exponerte a las inclemencias del frío, y si tienes que hacerlo, intenta que sean periodos breves. Que tu indumentaria sea la adecuada para mantenernos secos y calientes.
– Come productos de temporada y apuesta por una alimentación variada y equilibrada, enfocada especialmente a esos alimentos que aporten los nutrientes que necesita nuestro organismo. Huye de la vida sedentaria y da un paseo al día de 1 hora.
A pesar de que puede parecer lógico, muchas veces, en nuestro día a día, no prestamos toda la atención necesaria a estas recomendaciones.
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